Hoy me siento llena de
amor.
Normalmente el amor es
mi acompañante incondicional. Hubo un tiempo en el que lo desconocía y desde
que lo conocí la vida para mí se llenó de sentido, de vitalidad, de energía y
de razones.
No todo el mundo lo
entiende y no es por su dificultad si no porque cada uno vive su mundo y cómo
cada uno, está lleno de infinitas diferencias. Pero el amor para mí lo es TODO.
De hecho hablo de ello y consigo emocionarme, también hoy es uno de esos días en
los que está desbordado.
Cuando lo conocí me
enamoré de su sensación. No había vivido antes desde el amor y sin duda, a
partir de entonces nunca dejaré de hacerlo.
Puede que suene raro,
el amor es tan relativo como se quiera.
Primero conseguí, descubrí
el amor hacia mí. Me enamoré de mí… quizá parezca egocentrista o una locura,
pero desde luego fue el mejor aprendizaje que he hecho hasta el momento. Conseguí
quererme incondicionalmente, saber que yo seré lo único eterno, desde mi inicio
hasta mi final. Conseguí ver mis virtudes y aceptar mis defectos. Conseguí quererme
tal y como soy. Conseguí enamorarme de mi persona y estar ahí para cuando lo
necesitara. Conseguí vivir cada partida ganada y cada derrota. Conseguí llenarme
de fuerza, valentía y tener muy presente un “siempre hasta que este regalo se
acabe”. ¡El regalo del vivir! Conseguí saber lo que es amor y ahí, justo en ese
momento, conseguí dar amor y recibir amor natural y real de los demás.
Yo me sentía llena de
amor y cualquier amor venidero lo aceptaba tal y como venía. No es tan raro,
seguro que has oído más de una vez o has experimentado el: “él me quiere pero
no me quiere como yo quiero que me quiera…” Nadie nos quiere como queremos que
nos quieran, al margen y a diferencia de los objetivos y expectativas que
buscas en las relaciones afectuosas, amistades, relaciones sentimentales,
familiares…sencillamente nos quieren como saben querer. Pero a lo que yo me refiero, es que una vez que te amas a ti misma
empiezas a disfrutar de que los demás también lo hagan, de que te quieran como ellos saben, de que te quieran como ellos saben querer. Ya no existen
idealizaciones, simplemente dejas que fluya y sea como tenga que ser. Se acepta
y no se espera, simplemente se disfruta y se corresponde.
Y ahí llegó él. No le
gustan nada mis demostraciones públicas de amor, pero igualmente me ama, lo
respeta e incluso sonríe.
Suena muy bonito cuando
el amor es correspondido. Y sinceramente puedo decir que realmente lo es. Me enamoré
de mí y después me enamoré de él. Y no es lo único, estoy enamorada
incondicionalmente de todos y cada uno, no muchos, acompañantes que están en mi
camino.
Pero hoy te quería hablar
de él.
Dicen que es muy difícil expresar sentimientos abstractos con palabras y
créeme me está costando, no sé cómo escribirlo para que lo recibas tal y cómo
lo siento. Creo que nunca será posible, porque volvemos a la relatividad, te lo
imaginarás con tus pensamientos, sentimientos, que nunca serán los míos. Pero bueno, haremos
que eso de igual.
Imagínate un todo. Imagínate
una liberación. Imagínate una admiración. Imagínate una entrega. Imagínate una
locura, una pasión. La sinceridad más sincera de un sentimiento, de dos, de
tres. Imagínate lo que para ti es un amor real.
Ya está, ahí lo tienes.
Un amor real. Un amor
que se ha cruzado en mi camino en el mejor momento. Él tiene todo lo que yo
podía querer. Y no porque pensara antes de tiempo que podía tener o ser. Si no
porque cuando le conocí me di cuenta de lo que el amor ajeno podía regalarme. Le quise tal como era, le quiero tal como es y él a mí también y eso es lo que nos
hace uno siendo dos y eso es lo que mantendrá vivo nuestro amor.
Yo me quise, me amé. Abrí mi corazón a cualquier otro amor y entonces llegó él.