domingo, 21 de septiembre de 2014

No te pido que lo entiendas.

Es un punto y aparte.

Tengo que frenar aquí. Escuchar. Observar y absorber.

Sin pensar. Sin razonar. Sin preguntar.

Creo que ésta, es la única forma de poder entender.

Es como si te dijera que todo lo que sabes hasta ahora es mentira. Que todo en lo que creías no existe. Que estamos engañados y que la vida te está esperando.


¿Cómo diablos entender eso? ¿Cómo creerlo? Cómo tener la certeza de que todas tus creencias y todas tus experiencias “reales” hasta el momento son engaños. Ilusiones. ¡No existen! Cómo entender que todo lo que experimentas está bajo tu control. Que todo eso que sientes y vives tan real no es más que parte de tu invención. ¿Cómo entenderlo? 

Estamos limitados por nuestros sentidos y no somos capaces de ver más allá de lo que nuestros ojos nos permiten. 

Me resulta casi imposible llegar a creer que esto que yo veo no es real y que aquello que aún no puedo ver sí que lo es.

¡Desde luego qué es de locos!

Pero una vez dado el paso... ¿Qué es más de locos? Vivir en este mundo de mentira, de dolor, de sufrimiento, de obligación, de poder, de miedo… en este mundo creado para revivir la separación. O empezar a tomar conciencia y sí, quizá responder esa pregunta formulada una infinidad de veces sobre el sentido de la vida. E independientemente de tu incansable búsqueda no encontrar respuesta. Quizá es menos locura encontrar la paz, tu paz interior. Expandir este mensaje, esta sabiduría más allá de las justificaciones, de la ciencia, de lo que creemos cierto y no es más que parte de nuestra desesperada indagación. De nuestra creación. De nuestra creencia de ser únicos.

Quizá es menos locura dar rienda suelta a la información. Porque si alguien la tiene, cualquiera la predica, ya existe. No sé si se tratará de otra de nuestras fantasías, pero lo que tengo claro es que si a través de ésta experimento, vivo, todo eso que he estado buscando... La paz, el amor, la felicidad, el lujo de la experiencia física y al fin, el sentido a la vida. Creo que me adjudico como una loca incondicional.

Que se pare este mundo. No quiero entender, ni razonar, ni dar explicaciones. Me despido del miedo y del sufrimiento. Ese no es el sentido de la vida.

Sólo voy a vivir y esta vez de verdad.


No te pido que lo entiendas.

Pero quiero que sepas, que esta vez he encontrado la respuesta.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Septiembre.


Los días han comenzado a ser más cortos. El sol se esconde y la oscuridad se hace dueña de la noche.

Se empieza a notar ese aire otoñal. Esa sensación de brisa fría sobre la cara y esos rayos de sol todavía con color a verano.

De repente todo vuelve.

Parece que eso que has estado esperando durante un tiempo ha pasado sin apenas darte cuenta. Un abrir y cerrar de ojos.

Y es que el verano tiene algo especial.

Se lo agradezco al otoño, pero sobre todo al invierno. Ellos son los que me enseñan a quererle más. Aunque no menos a vosotros que venís cargaditos de regalos, de nuevos años y tardes de domingo en el sofá, calcetines hasta arriba y mantas, de esas que pesan. Pero no vamos a adelantar acontecimientos.

Acaba con septiembre. O al menos septiembre es mi fin de verano, es mi fin de eso tan especial.

Dejar la playa, la naturaleza, la familia, los amigos, los planes infinitos, la falta de tiempo, el ir y venir… el volver.

Para recibir a septiembre con sonrisa, con los pelos de punta y con más lágrimas de lo normal.

Un vaivén de emociones.

Rutina. Gran ciudad. Metro. Gente y más gente. Un poco de soledad. Un inevitable echar de menos.   
Pero… eres septiembre.

Mi preferido.

Mes en el que decidí venir a la vida. Mi primer día, mi primer mes, mi primer año. Mi nuevo comienzo, mi sensibilidad. Esa línea entre el recién subidón de adrenalina y la vuelta a empezar. Si hay algo cierto, es que ahora es cuanta más energía hay. Pilas cargadas, ganas por empezar y emoción por el que vendrá.

Otra cosa sería hablar ya entrado noviembre o empezando marzo.

Sinceramente, no viene nada mal eso de irse y eso de volver.

Un llegar, observar y ver.

Vive hoy porque morirás mañana. Al menos físicamente mañana o a saber cuándo, dejarás de existir, de vivir, de experimentar, de disfrutar… de volver a empezar.