jueves, 27 de febrero de 2014

Futuro.

Es incierto.

Puedo hacerme una ligera idea o autoconvencerme de que será así o asa.

Vivo para él. Hasta ahora no he estado más que dando pasos y tomando decisiones para poder disfrutarle. El caso es que cuando llega, aún no ha llegado del todo, porque todavía quedan pasos y decisiones que tomar para que sea totalmente esa ligera idea que me hacía.


Sé que está bien tener expectativas. Sé que está bien ser una gran profesional. Sé que está bien conseguir tal o cual cosa y ser no sé quién o no se cual.

¡Últimamente no hago más que pensar en ello!

Vivo para el futuro.

A veces me acuerdo del pasado. Pero en mi caso vivo para el futuro, próximo y no tan próximo. He hecho un recopilatorio de ideas y me he dado cuenta que sí, que en mi cabeza está el vivir, el disfrutar, el ser feliz. Pero sin querer, esta oleada de sociedad que inevitablemente me salpica, no me deja disfrutar del todo de mí ahora.

Tienes que tener un trabajo, una estabilidad. Tener la suerte de encontrar lo que te gusta. Tener más suerte si cabe y poder trabajar de ello. Ganar no sé ni cuanto para mantener una vida medianamente “normal” y todavía no es suficiente, porque cuando lo tienes no puedes parar y estar tranquilo. Ya sabes, hay que reinventarse. Mientras que cuando no lo tienes parece que te ahogas… porque ¿cómo vas a vivir aquí, en esta sociedad si no tienes “nada” para vivir en ella?

Pues lógicamente haces y deshaces para conseguirlo. Haces y vives para tu futuro. O para el futuro que te ha impuesto el vivir aquí.

No hay discusión posible. Es así. Y estoy segura de que no soy la única.

Me apetece por un momento desconectar. Me apetece parar y decir ¡ahora! Deja eso para luego. Céntrate en este momento, no va a volver a ser. Es ahora. Olvídate por un instante de lo que va después. Déjalo. No te pertenece aun.


He empezado a disfrutar conscientemente de momentos que antes no disfrutaba. Para que te hagas una idea. A veces veo películas y en escenas que me emocionan o me hacen tener sentimientos, pienso ¡qué bonito! Y dándome cuenta, no sabes la de momentos “¡qué bonito!” puedo vivir.

Me encantan los ataques de risa. De esos en los que termina doliéndome el abdominal y los papos de la cara. He empezado a disfrutar miradas. A entender sonrisas. He disfrutado y sentido una preciosa canción. Un café. Voy caminando pensando en mis pasos, en lo que estoy viendo y cómo se mueve mi cuerpo al andar. Estiro mi espalda y enderezo mis hombros. Los ratos de lectura. Los momentos de soledad. Los ahora que me hacen feliz por encontrarme conmigo. 

Por un momento he hecho el juego de pensar: ¡lo tengo todo! Todo lo que no tengo no lo necesito, al menos en este momento. Todo eso que quiero tener no es más que algo impuesto, pero si en la sociedad eso no se necesitara, yo lo tengo todo.

Por este momento. Aunque sea solo un rato. Lo tengo todo.

Y todo eso que tengo es vida.






sábado, 22 de febrero de 2014

Me siento afortunada.

Soy una afortunada.


He tenido la suerte de tener siempre claro lo que mejor se me da, hubo tiempo de ciertas dudas, por falta de confianza quizá.

Pero la vida es sabia.

He tenido la suerte de experimentar y disfrutar, mejor dicho, disfrutar de mí haciendo lo que más me gusta. Conocerme desarrollando esta pasión y sentirme llena.

Soy una afortunada.

Siempre se me ha dado bien expresarme. He tenido esa facilidad de palabra, esa facilidad de tener claro lo que quiero expresar y poder plasmarlo tal como lo siento.

Tengo muchísimo que agradecer a la vida.

Y a todo esto le acompaña ese objetivo de querer ayudarme, de querer crecer y de querer encontrar en mí una estabilidad, una paz y una vida feliz. En cuanto supe que eso lo podía hacer conmigo no dude ni un segundo en poder regalárselo a los demás. Quizá esa es la razón por la que decidí hacerme psicóloga. Aunque sé que es un reconocimiento social. No podía ir por ahí diciendo ¡soy psicóloga! sin tener un título (que no confundir con ser capaz y serlo)… Una pena.

Soy de las que piensa que la ayuda está en cada uno y que todos tenemos los recursos suficientes para solucionar problemas y para tomar las riendas de nuestra vida. Al fin, para saber ayudarnos y para conseguir nuestra estabilidad. No hay ninguna diferencia entre tú y yo. Pero indiscutiblemente a veces no sabemos cómo y para eso estamos, se supone, para dar la orientación adecuada que te haga ver y encontrar tu propia ayuda y tu propia solución. Al final en términos “sociales”, el psicólogo es el que te da las herramientas suficientes para que tú seas tu propio psicólogo.

Lo que quiero decir con esto es que no podía imaginar algo mejor. Escribir orientando, escribir ayudando, escribir regalando mi visión, escribir y escribir y al final que todo eso escrito pudiera ayudar a alguien. Lógicamente quisiera llegar al mayor número de personas posibles ya que me persigue ese afán de querer compartirlo; ya que en mi fondo siento que merece la pena. Sin duda, eso es lo que me lleva a tener la valentía de compartir todo esto.

Escribo me apasiona, leen y ayuda.

Sin alargarme mucho más, aunque creo que me está costando ser breve.

Como todo aquello que hacemos o decidimos hacer y más hablando de hacerlo públicamente, siempre te gusta, te ilusiona, te motiva, pese a tu seguridad personal, que te agradezcan, que te lean, que te digan GRACIAS.

Eso es lo que realmente me hace ser una afortunada. Eso es lo que realmente me motiva para continuar y en definitiva, esa es la mayor ilusión que alguien que cree en algo y se atreve a hacerlo podía tener para seguir.

La verdad es que tenía pendiente contestarte de nuevo, pero no quería hacerlo sin antes haber leído con calma, con detenimiento y disfrutando de cada uno de tus posts del blog...Sinceramente, he alucinado con tu forma de escribir, de expresarte, de contar, de llegar al corazón, de saber decir y de ayudar...Creo que hubiese dejado una respuesta en cada uno de ellos porque me resultaban interesantes, instructivos y que me aportaban alguna cosa nueva para evolucionar como persona.

Gracias, Sara, por mostrarme y convencerme del camino a seguir.

 GRACIAS a ti Laura por mostrarme y regalarme desinteresadamente tu opinión. Tu tiempo y tu agradecimiento. Me hace muy feliz que hayas encontrado tu camino y eso te lo tienes que agradecer a ti, porque has sido tú quien lo ha encontrado.

Yo me alegro de haber formado parte. Una pequeñísima parte.


Me siento verdaderamente afortunada.

viernes, 14 de febrero de 2014

¡Qué viva San Valentín!

Soy una romántica empedernida. Adoro al amor. Vivo desde el corazón y te aseguro que mi vida está llena de corazones.


Hoy es el día de los enamorados. Para mí lo es todos los días porque vivo enamorada. Enamorada de la vida y enamorada del amor también. Pero si es cierto que este reconocimiento social hace que quizá sea un poco más especial. Sinceramente yo no hago nada extraordinario. He recibido una sorpresa preciosa, pero nada que tenga que ver con un regalo material.

El caso es, que desde mi punto de vista se ha perdido el verdadero amor. Que quiero decir con esto. Creo que sencillamente los términos se confunden. No es necesario estar enamorado de una pareja para celebrar este día y no es necesario odiar indignadamente a todos aquellos, que hoy se declaran demostraciones de amor si no tienes pareja.

No sé quién lo hizo mal. Pero el amor y el enamoramiento, tiene que ser primero hacia a ti y luego hacia todo lo demás. ¡Fíjate si tienes una gran y enorme razón para que hoy también sea tu día! Además de estar rodeado de pequeños grandes tesoros, que desde luego tantísimas veces pasamos por alto, la familia, los amigos. Todos esos vínculos cercanos que deberían de ser amor y una razón de tu enamoramiento.

No sé porque no nos enseñaron a vivir desde amor. No sé por qué el enamoramiento está relacionado directamente con las relaciones de pareja y no sé porque la gente que no tiene pareja, en su gran mayoría, no disfruta del amor.

Por si acaso, para mí el amor y enamoramiento es la admiración, la aceptación incondicional, la ternura, la dulzura, el respeto, la sinceridad, la confianza y el apoyo. Y te aseguro que hay muchas más personas, además de tu pareja, de las que puedes estar enamorado. (Siempre empezando por ti)

Ah y sobre el verdadero romanticismo… no es necesario hacer caso al corte inglés. Puedes ir un poco más allá y quizá puedas permitirte demostrar una emoción, un sentimiento. ¡Esto sí que no lo sé y esto sí que me cuesta entenderlo! No encuentro la dificultad al decir los TE QUIEROS y al tener demostraciones de afecto.

Deberíamos de querer muchísimo más y quejarnos muchísimo menos.

¡Qué viva san Valentín!

miércoles, 12 de febrero de 2014

Perdón.

Pon tu mano sobre tu corazón, cierra los ojos, respira hondo y di: “TE PERDONO”.

No sé por qué ni a cuantos, pero estoy segura que te estás acordando de unas cuantas cosas que juraste jamás pasar por alto. En su día te dolieron, tuvieran mayor o menor importancia. No fue justo y tú lo sentiste y sientes así. Te sientes decepcionado/a, triste y no puedes pensar en perdonarlo.

He aprendido que tu perdón hacia alguien, o bueno tu rencor no cambia su actitud, solo la tuya hacia ese alguien y hacia tu persona. El perdón no es para que el otro, otra, otros, se vayan de rositas ni hacer como que aquí no pasa nada. El perdón es para evitar tu rencor y tu dolor. Es para sentirte mejor y para no guardar cosas que no te pertenecen. Si te engañó, te decepcionó, te criticó, te humilló… perdónalo no por él, ella, ellos, si no por ti. No te mereces esa carga y si lo piensas, ni tan siquiera merece la pena, no has sido tú quien decepcionó, humilló, engañó.


Como sé que eres persona y como yo también lo soy, aunque el mundo sea para cada uno tan distinto, sé que te habrás equivocado alguna vez y seguro que lo harás muchas más. Quizá sí hubo un tiempo en el que hiciste daño, en el que decepcionaste, engañaste, criticaste, humillaste.... Ahora es momento de pedirte perdón a ti. No me cabe duda de que no era tu intención o no supiste manejar la situación y no puedes culparte por ello, PERDÓNATE y aprende de esa experiencia.

En la vida nos tenemos que equivocar para aprender, crecer y al vivir en sociedad y relacionarnos, indiscutiblemente muchas de las veces te equivocarás con quien estés en interacción. Primero perdónate a ti y por qué no, aunque creas que ya es tarde pide perdón al que hiciste daño y perdona al que te lo hizo. Hay muchas maneras de pedir perdón, no necesariamente tienes que presentarte en la puerta de su casa con un cartel y un ramo de flores pidiendo disculpas. Puede ser algo personal, una conversación contigo mismo, al final se trata de eso ¡de sentirnos mejor con nosotros mismos!

Yo estoy muy orgullosa de todas mis virtudes y no tanto de todos mis defectos. Son eso ¿no? defectos. Hace un tiempo probé a utilizar el perdón en mis relaciones más cotidianas, aparte de cómo te he contado, lo sumé al día a día, a esos momentos en los que a veces inundado por tus defectos o tus virtudes haces daño a alguien sin querer. He debatido mucho sobre este tema, y he oído el “pero bueno como vas a perdonar por ser tú o por decir tal que no es nada malo”, que cambie él o ella… pues sí, puede que sea razonable y puede que también lo sea pedir perdón. No me importa hacerlo y soy consciente de que a veces pasa, herimos sin darnos cuenta. 

A mí me hace sentirme mejor y siento que tengo mi corazón en paz.

Sinceramente es algo de lo que no me voy a desprender.


miércoles, 5 de febrero de 2014

Simplemente es.

Reconozco que a veces no entiendo a la vida.


No sé exactamente su finalidad. Sé lo que sé y creo que muchas veces lo sé por auto convencimiento. Pero por momentos, en concreto, en estos momentos, dejo de creer en todo y empiezo a creer en nada.

Se supone que nacemos, tenemos una larga etapa de desarrollo en la que crecemos, experimentamos, maduramos… Llega la edad adulta donde con todos nuestros principios e ideales vivimos. ¡Cómo mejor podemos! Formamos una familia, seguimos creciendo, nos enriquecemos y nunca dejamos de experimentar. Con el paso del tiempo nos hacemos viejos (sin hacer un mal uso de la palabra). Unos más viejos que otros, pero sabemos y aunque nos duela, que es ahí cuando se acaba la vida.

Es un círculo que se abre cuando naces y se cierra cuando mueres. En general se cierra cuando eres viejo y has vivido lo que conlleva una vida.

Me cuesta entender por qué en ocasiones nos quitan o se la quitan, la oportunidad de vivir, de llegar a viejos.

Se me parte el alma. Si es que existe.

Y me duele. Me pongo triste. Se me nublan las ideas y al mismo tiempo no dejan de venirme pensamientos.

Pero tengo que aceptarlo.

La vida es así. No sé en verdad cómo. Pero lo que si tengo claro, es que es cómo es. Y sea cómo sea, siempre será así. La tenemos que aceptar tal y como nos viene, tal y como la vivimos. Sea comprensible o no, simplemente es. Y tú y yo tenemos que estar preparados para aprender a vivir con esa realidad.

Puede que sea difícil. Pero también puede que sea una buena forma de comprender esto a veces tan incomprensible.

La vida... simplemente es.