No te había extrañado
tanto como ahora.
Nunca me había parado a
pensar lo mucho que eres para mí.
Jamás me había
imaginado la posibilidad de echarte de menos.
Quizá tenga que ver
conmigo, seguro que así es.
Esta vez ha sido
diferente. Te he respirado, he llenado mis pulmones de tu aire fresco y
regenerador. Me has trasmitido la paz que no apreciaba cuando entonces. Te he
mirado y he comenzado a fijarme, a verte.
Esto pasa cuando te
vas. Cuando me voy.
Eres tan importante
como una vida, la mía. Me has visto crecer y pienso que somos lo que vivimos, así
que sin duda alguna soy un poco de lo que tú me has dado.
Aunque hasta ahora no
me haya dado cuenta.
Por una parte es un
poco triste tener que irme para verte. Pero más triste es no ser capaz de verte
nunca.
Hasta tu parte más minúscula
me da vida y por eso, dentro de mi verdad de totalidad, quiero agradecerte todo
lo que me has regalado.
Cada sol, cada luna
nueva, cada uno de tus tonos verdes, cada tarde de lluvia y cada noche de
frescura.
Es un nuevo amanecer el
ir después de tanto. Será por todo lo que tengo allí. Mi todo. Mi razón de ser
y la fuente que me ha dado vida.
Me siento enormemente
agradecida a mi tierra, a mi naturaleza.
Quizá a veces hay que
irse para echar de menos. No pasa nada, todos cerramos los ojos sin querer a lo
que más cerca tenemos. El caso es no olvidarnos de volver a abrirlos.
Nada es por casualidad
y tienes a tu lado, delante de ti, tu razón de ser. Mírala y esta vez fíjate. Está
para ti no permitas que pase desapercibida.
Lo mejor de irse, es
volver.
Lo mejor del amor, es
sentirlo.
Lo mejor de la vida, es
vivirla.
No estamos en tiempo de
sonrisas, nos dejamos a un lado el valorar el ahora y aquello que no nos hemos
permitido ver. Nos inunda la preocupación y muchos más sentimientos de
desesperación. La constante masa nos limita y afloja. Nos hace dudar y dar un
paso atrás.
Tienes la suerte de
vivir, con todo lo que ello conlleva. La vida es lo más natural que existe y lo
más primitivo, no dejes que una evolución desenfrenada y descontrolada
interrumpa tu sentimiento más primario.
Tenemos que vivir y
apreciar todo lo que la vida nos regala.
Por hoy mira y está vez
ve lo que está a tu al rededor. Un edificio, una acera, una vecina, un árbol,
una carretera, esa farola, el cielo, las nubes, las montañas… Limítate
a pensar sólo en eso, en lo que ves sin antes haberte fijado. Regálate un
tiempo para ti y tu razón de ser.
Mira, respira, siente y
olvídate de todo lo demás.
Observa ahora.
Vive hoy.
Me encanta la frescura con la que escribes tus entradas. En este post, me has recordado a Rosetta Forner. Es sábado pasado estuve cenando con ella y la mujer desprende mucha buena onda. Es articulista en el periódico la Razón. Te dejo el enlace a su blog, por si no la conoces.
ResponderEliminarhttp://lavidaenrosetta.blogspot.com.es/
Te felicito, Sara.
Un fuerte abrazo.
Karima, muchas gracias y éstas van con un poco más de sentimiento que las demás.
ResponderEliminarPoder trasmitir a alguien con lo que escribo cuando me lee, para mí es uno de los mayores triunfos. Y que tú recibas esa frescura con la que intento renovar cada uno de mis escritos, es un gran alago.
Muchas gracias por enseñarme este nuevo blog, seguro que me engancho a sus entradas.
Un abrazo y siempre gracias :-)
Morriña!!,...pues sí. No se puede describir mejor lo que se siente despues de estar un tiempo largo fuera de casa. Es como que te das cuenta de quien eres realmente, de la base, de tus cimientos. Somos lo que vivimos, y soy un poco de lo que me has dado, esa frase que has dicho es clave. Enorabuena, eres muy buena. Mmmmm, que gusto da respirar y llenarte de Laredo.
ResponderEliminarSiento responder tan tarde! pero aquí estoy.
EliminarGracias infinitas por tu comentario y pequeño regalo.
Te mando un fuerte abrazo y confío en que pronto te renueves con aire fresco.
"Somos lo que vivimos y sin duda, soy un poco de lo que me has dado" :-)