domingo, 30 de marzo de 2014

Memoria.

Era una persona más que realmente me estaba enseñando a vivir.


Llegó el día en el que tuve que presentarme en el hospital, sinceramente sin tener nada claro, ni las actividades que tenía que llevar a cabo, ni a lo que en realidad se dedicaban estos profesionales, más que mi idea de la ayuda y apoyo emocional a familiares y pacientes enfermos de cáncer.  Con el paso de los días, no sabía si cada vez estaba más perdida o más en dónde y cómo tenía que estar. Estaba poniendo en marcha cosas que ni tan siquiera era capaz de ponerle un nombre teórico. Me dejé llevar, que saliera todo eso que ha estado en mí siempre y que ahora era uno de esos momentos en los que en verdad era necesario ponerlo en práctica. 

¡Dios que difícil es! Qué difícil es tratar con gente, con gente como tú y a la vez tan diferente, hay que saber qué decir, cómo decir y cuándo decir. Ya no era cuestión de saberme nada de lo que había estudiado durante la carrera, ni considerar todos los puntos de “pe a pa” que se llevan a cabo en los programas y actividades que realizan estos trabajadores. Si no, tener, para mi muy claro, que es un trato individual con un mismo denominador. Todos son pacientes y enfermos de cáncer, pero al final cada cáncer es también una persona y con ella todo su alrededor.

A veces surgían conversaciones para mí totalmente enriquecedoras y vitales. Hablar con estas personas, gente que está pasando por una etapa de su vida en la que se para todo. Ya no hay nada importante realmente, todo se centra en una enfermedad. Todo se evade. Parece que la realidad en la que vivías ha desaparecido, esos valores, su agradecimiento insistente, comprendo que por esa solidaridad que les ayuda a superar su tan grande obstáculo.

Era un crecimiento cada día.

Volviendo a mi primer día, pasada la mañana una de las responsables me preguntó si me importaba ir con uno de los niños en planta. Se llamaba Talal, tenía ocho meses y llevaba ingresado, creo recordar, que desde sus dos primeros meses de vida. Tenía una enfermedad de la médula, no le funcionaba con normalidad y a causa de eso contraía muchos virus que su cuerpo no podía defender, al menos esa es la explicación que yo recibí. Uno de ellos le dejo ciego. 


Bajé, entré en la habitación y pensé “¿dónde está aquí la psicología? Esto tiene doble información, porque no me aclaro.” Entraba asustadísima. ¿Qué iba hacer yo sola con un bebe en estas condiciones?

Me impactó muchísimo.

Salí del hospital replanteándome muchas cosas. Yo quería unas prácticas en las que pudiera interactuar con la gente, que me contaran sus casos, ser una escucha incondicional y un apoyo para evitar que la enfermedad ocasionara daños emocionales a posteriori. Pero pensé, esto significa algo. Un niño sin querer viene al mundo, sin tener ni idea de la vida, ni tan siquiera siendo consciente de lo que está pasando. Sus padres, en este caso su madre, su principal cuidadora y una luchadora, tenían que significar algo para mí.

Ya no era ser una psicóloga y hablar e interactuar con ellos, ya era lo que hay que aprender, saber, vivir, para poder ser, en primer lugar persona y luego una buena psicóloga en estas situaciones.

Me salió una sonrisa, esto estaba hecho para mí.

En estas experiencias se para el mundo. Ya no hay carrera, ni psicología, ni programa, ni actividades. Ya no hay los mismos valores de vida, ni importancia. No importan las calificaciones con las que se supere esto, ni si tengo los conocimientos suficientes para ser buena o mala psicóloga, o para que alguien decida sin con ellos lo soy. Esto me ha enseñado a crecer, a ser persona, a valorar lo realmente importante, a saber apreciar mi vida e indiscutiblemente a vivir. Vivir de una manera sana y saludable, para mí. Lo que ojalá se estudiara y todos los conocimientos enseñaran. 

La vida es la única carrera eterna y por la que luchas incondicionalmente hasta que llega a su fin.

Siempre estaré enormemente agradecida.

4 comentarios:

  1. Mientras los profesionales sanitarios vivían la angustia moral del fracaso terapéutico, te pusiste del lado de la alegría y del amor para enriquecer la vida cotidiana de los enfermos. Eso crea lazos de complicidad, transforma al enfermo y le devuelve el sentido de la lucha.
    Gracias por compartir tu experiencia con nosotros, Sara.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Karima gracias por tus palabras y presencia virtual.

      Abrazo infinito :-)

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  2. Precioso, me ha encantado. Las practicas son unas experiencias en las que no solo aprendes de los profesionales, sino de cada persona que te enseñan a ver la vida de otro modo. Sales con buenas sensaciones, ademas de que esas personas confian en nosotros mas que uno mismo. :)

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    1. Gracias Lena,
      Lindas tus palabras. Y sí así es, son un gran aprendizaje de vida. Me llevo lo mejor de cada uno.
      Abrazo fuerte!

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