Y pensando... Sinceramente
a veces prefiero que esto no pase, pero como sabrás es algo incontrolable.
Resulta que hace
cinco años, con mis más y mis menos, empecé mi carrera universitaria. Mi
título, lo que me reconocería cómo lo que soy, cómo lo que quería ser y cómo lo
que ojalá siga siendo.
Pasado el
tiempo. Concluyendo esta etapa de mi vida me he dado cuenta, quizá cuando me he
tenido que poner manos a la obra, de que estoy muy enfadada con la sociedad. Sí,
estoy enfada, disgustada, asqueada, desmotivada… me he dado cuenta que sólo soy
un título social. Título que algunos valoraran muy lejos de la realidad. Título
que se tiene en cuenta para creer de lo que es capaz una persona. Título que
no es más que eso, un título.
Estos últimos
meses he tenido que enfrentarme a la vida profesional, poner en práctica este esfuerzo, esfuerzo en
muchos sentidos, y sinceramente me he dado cuenta de lo perdidos que estamos.
Una carrera de
cinco años, con unas prácticas de cuatro meses, de los que encima tenemos que
estar agradecidos por su gran número de horas, en los que por fin he aprendido,
he disfrutado, me he valorado, me he conocido y en lo que sin duda, se ha
valorado mi capacidad de verdad.
Entre tú y yo,
he aplicado más bien poco de los cuatro años anteriores.
Socialmente
cuanto más sabes, más fácil “lo tienes”. Socialmente está más reconocido aquel
que más experiencia tiene. Socialmente no se contratan en unas buenas
condiciones a aquellos que acaban de terminar sus estudios. Socialmente ahora debería
de especializarme. Cómo no! tienes que mejorar y alimentar tus conocimientos. Pues,
¿sabes qué? Que me niego rotundamente. Me niego a complacer a los miles de
convenios e intereses que tienen los que mueven este país y entre otras mil
cosas, los que mueven la educación, en la que hacemos y hacemos para ahora
valorar lo que se valora.
En una carrera
de cinco años, de tres o de cuatro ahora, me da igual, ¿no sales preparado para
trabajar? ¿Y mi tiempo y esfuerzo dónde está?
Lo entiendo. Tiene
que haber un orden, una “oportunidad” muy pero que muy relativa, para demostrar
una vocación, unas ganas, un futuro, quieres ser esto, estudia esto otro.
Genial.
Pero por favor
que se estudie para algo, que se estudie para formarse, formarse de verdad, lo
que se aplica, lo que se pone en práctica, si eso que llaman experiencia y vida
laboral.
Dejaría de ser
necesario hacer una inversión para poder ser reconocida una vocación, unas
ganas de aprender y crecer, y no hablo de una inversión “básica”, si no de una
inversión excesiva.
Habrá alguna
alternativa. Me pondré manos a la obra.
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